Durante décadas el cine se quedó con todo. En el séptimo arte trabajaban los mejores directores. Los intérpretes soñaban con ser los protagonistas del celuloide. Y sobre todo, las grandes historias se hacían para la gran pantalla. Así, el cine ha dado a luz producciones inolvidables que forman parte del imaginario colectivo. Sin embargo, la 'exclusividad' que hacia del cine un sueño inalcanzable se ha perdido. Sí. Se siguen haciendo grandes películas, pero en la actualidad el mejor cine se está produciendo en las series de televisión, que han conseguido arrastrar lo mejor del lenguaje cinematográfico hacia un nuevo formato, dotarle de personalidad propia y conseguir con ello el aplauso del púbico y la crítica.
La idea de la televisión como entretenimiento de baja cultura ha muerto. Durante mucho tiempo en la pequeña pantalla reinaron los telefilmes y las teleseries, espacios hechos con bajo presupuesto y cuyo tiempo de producción era limitado. Entonces era fácil distinguir entre un producto hecho para televisión y uno para la gran pantalla. Conscientes de la posibilidad de llegar a audiencias masivas y de la infinidad de minutos que ofrecía el nuevo soporte, unos pocos se dieron cuenta de las ventajas que ofrecía la televisión.
Parte de culpa en este cambio de mentalidad la tiene HBO, uno de los canales de cable más populares de Estados Unidos, que ha consolidado su audiencia enganchándola a ficciones innovadoras nunca antes vistas en televisión. Series como 'Los Soprano', 'The Wire' o 'A dos metros bajo tierra' la han convertido en un referente de calidad y un modelo a imitar. Y es que personajes como el de Tony Soprano no tienen nada que envidiar al célebre Vito Corleone de Francis Ford Coppola.
Uno de los grandes del cine como Alfred Hitchcock se dio cuenta del abanico de opciones que ofrecía la pequeña pantalla. El gran maestro del suspense ya era un reputado director cuando en 1955 se convirtió en anfitrión y ocasional director de una antología de historias de misterio y suspense llamada 'Alfred Hitchcock presenta'. Su estela la ha seguido Steven Spielberg, quien tiene pendiente de estreno la superproducción 'Falling Skies' -sobre una invasión extraterrestre- y 'Terra Nova', donde recupera a los dinosaurios que le dieron fama mundial.
El último en embarcarse en un proyecto televisivo ha sido Martin Scorsese, quien ha rodado para la gran HBO 'Broadwalk Empire', una serie de 'gangsters' ambientada en el año 1920,con una atmósfera precursora que recuerda al ambiente del cine negro. También los realizadores Quentin Tarantinto y Juan José Campanella han dirigido capítulos de exitosos productos televisivos como 'C.S.I. Nueva York' y 'House', respectivamente, de las que ambos se reconocen seguidores.
Cómo es posible recomendar una película si en este momento la televisión ofrece horas y horas del mejor 'cine', permite que los espectadores logren mayor empatía con lo que ven y genera mayores expectativas. De hecho, sólo la pequeña pantalla ha sido capaz de que personajes con conductas inmorales se hayan convertido en mitos. Es el caso del carismático Don Draper de 'Mad Men', cuyas infidelidades y mentiras no producen rechazo; el del protagonista de 'Dexter', un forense que alivia sus instintos psicópatas asesinando a criminales; o el del doctor House, quien a pesar de sus malos modos salva a sus pacientes.
No hay duda. La televisión ha entrado en un terreno en el que hasta hace una década solamente había un dueño: el cine.
